14 noviembre 2011

Anarquismo y cuestión nacional, citas históricas.

Vos dejo dellos testucos atentos a la cuestión nacional de anarquistas hestóricos.

M. Bakunin "Patria y nacionalidad"


"El Estado no es la patria; es la abstracción, la ficción metafísica, mística, política y jurídica de la patria. La gente sencilla de todos los países ama profundamente a su patria; pero éste es un amor natural y real. El patriotismo del pueblo no es sólo una idea, es un hecho; pero el patriotismo político, el amor al Estado, no es la expresión fiel de este hecho: es una expresión distorsionada por medio de una falsa abstracción, siempre en beneficio de una minoría explotadora.

La patria y la nacionalidad son, como la individualidad, hechos naturales y sociales, fisiológicos e históricos al mismo tiempo; ninguno de ellos es un principio. Sólo puede considerarse como un principio humano aquello que es universal y común a todos los hombres; la nacionalidad separa a los hombres y, por tanto, no es un principio. Un principio es el respeto que cada uno debe tener por los hechos naturales, reales
o sociales. La nacionalidad, como la individualidad, es uno de esos hechos ; y por ello debemos respetarla. Violarla seria cometer un crimen; y, hablando el lenguaje de Mazzini, se convierte en un principio sagrado cada vez que es amenazada y violada. Por eso me siento siempre y sinceramente el patriota de todas las patrias oprimidas.

La esencia de la nacionalidad. Una patria representa el derecho incuestionable y sagrado de cada hombre, de cada grupo humano, asociación, comuna, región y nación a vivir, sentir, pensar, desear y actuar a su propio modo; y esta manera de vivir y de sentir es siempre el resultado indiscutible de un largo desarrollo histórico.

Por tanto, nos inclinamos ante la tradición y la historia; o, más bien, las reconocemos, y no porque se nos presenten como barreras abstractas levantadas metafísica, jurídica y políticamente por intérpretes instruidos y profesores del pasado, sino sólo porque se han incorporado de hecho a la carne y a la sangre, a los pensamientos reales y a la voluntad de las poblaciones. Se nos dice que tal o cual región - el cantón de Tesino [en Suiza], por ejemplo -pertenece evidentemente a la familia italiana: su lenguaje, sus costumbres y sus restantes características son idénticos a los de la población de Lombardía y, en consecuencia, debería pasar a formar parte del Estado italiano unificado.

Creemos que se trata de una conclusión radicalmente falsa. Si existiera realmente una identidad sustancial entre el cantón de Tesino y Lombardía, no hay duda alguna de que Tesino se uniría espontáneamente a Lombardía. Si no es así, si no siente el más leve deseo de hacerlo, ello demuestra simplemente que la Historia real - la vigente de generación en generación en la vida real del pueblo del cantón de Tesino, y responsable de su disposición contraria a la unión con Lombardía - es algo completamente distinto de la historia escrita en los libros.

Por otra parte, debe señalarse que la historia real de los individuos y los pueblos no sólo procede por el desarrollo positivo, sino muy a menudo por la negación del pasado y por la rebelión contra él; y que este es el derecho de la vida, el inalienable derecho de la presente generación, la garantía de su libertad.
La nacionalidad y la solidaridad universal. No hay nada mas absurdo y al mismo tiempo más dañino y mortífero para el pueblo que erigir el principio ficticio de la nacionalidad como ideal de todas las aspiraciones populares. El nacionalismo no es un principio humano universal. Es un hecho histórico y local que, como todos los hechos reales e inofensivos, tiene derecho a exigir general aceptación. Cada pueblo y hasta la más pequeña unidad étnica o tradicional tiene su propio carácter, su específico modo de existencia, su propia manera de hablar, de sentir, de pensar y de actuar; y esta idiosincrasia constituye la esencia de la nacionalidad, resultado de toda la vida histórica y suma total de las condiciones vitales de ese pueblo.

Cada pueblo, como cada persona, es involuntariamente lo que es, y por eso tiene un derecho a ser él mismo. En eso consisten los llamados derechos nacionales. Pero si un pueblo o una persona existe de hecho de una forma determinada, no se sigue de ello que uno u otra tengan derecho a elevar la nacionalidad, en un caso, y la individuali-dad en otro como principios específicos, ni que deban pasarse la vida discutiendo sobre la cuestión. Por el contrario, cuanto menos piensen en si mismos y más imbuidos estén de valores humanos universales, más se vitalizan y cargan de sentido tanto la nacionalidad como la individualidad.

La responsabilidad histórica de toda nación. La dignidad de toda nación, como la de todo individuo, debe consistir fundamentalmente en que cada uno acepte la plena res-ponsabilidad de sus actos, sin tratar de desplazarla a otros. ¿No son muy estúpidas todas esas lamentaciones de un muchachote quejándose con lágrimas en los ojos de que alguien lo ha corrompido y le ha puesto en el mal camino? Y lo que es impropio en el caso de un muchacho está ciertamente fuera de lugar en el caso de una nación, cuyo mismo sentimiento de autoestima debería excluir cualquier intento de cargar a otros con la culpa de sus propios errores.

Patriotismo y justicia universal. Cada uno de nosotros debería elevarse sobre ese patriotismo estrecho y mezquino para el cual el propio país es el centro del mundo, y que considera grande a una nación cuando se hace temer por sus vecinos. Deberíamos situar la justicia humana universal sobre todos los intereses nacionales. Y abandonar de una vez por todas el falso principio de la nacionalidad, inventado recientemente por los déspotas de Francia, Prusia y Rusia para aplastar el soberano principio de la libertad. La nacionalidad no es un principio; es un hecho legitimado, como la individualidad. Cada nación, grande o pequeña, tiene el indiscutible derecho a ser ella misma, a vivir de acuerdo con su propia naturaleza. Este derecho es simplemente el .corolario del principio general de libertad.

Todo aquél que desee sinceramente la paz y la justicia internacional debería renunciar de una vez y para siempre a lo que se llama la gloria, el poder y la grandeza de la patria, a todos los intereses egoístas y vanos del patriotismo."


P.Kropotkin

"Me parece que el carácter puramente nacionalista de los movimientos de emancipación nacional es inexistente. Siempre hay motivos económicos, o bien es la libertad y el respeto del individuo que hay que salvaguardar. Nuestra tarea habría de ser la de hacer aparecer los problemas económicos. Creo, además, creo, después de haberlo reflexionado largamente, que el fracaso de los movimientos nacionales en Polonia, Finlandia, Irlanda, etc., residen en el problema económico. En Irlanda, la dificultad principal proviene del hecho de que los jefes del movimiento, grandes propietarios, igual que los ingleses, vaciaron el movimiento de emancipación nacional de su contenido social." -"“(…) En todos los sitios donde el hombre se rebela contra la opresión individual, económica, estática, religiosa y sobre todo nacional, nuestro deber es estar a su lado. (…) Me parece que en cada uno de estos movimientos de emancipación nacional nos aguarda una tarea importante: plantear el problema en sus aspectos económico y social, y esto al mismo tiempo que la lucha contra la opresión extranjera”



Secundino Delgado (Anarquista canario)

"Mientras respire, voy a luchar por la autonomía de los pueblos y de los individuos cueste lo que cueste. (…) Todo por la libertad de los pueblos y de los hombres. (…) Como decía Bakunin, que al mismo tiempo que predicaba la gran revolución política, económica y social, no abandonaba las regiones conquistadas y sometidas a potencias extrañas”.

“Antes que nacionalista, soy libertario. Mientras aliente, bregaré por la autonomía de los pueblos y de los individuos cueste lo que cueste. (…) Todo por y para la libertad de los pueblos y de los hombres. Como Bakunin, que al mismo tiempo que predicaba la gran revolución política-económica-social, no abandonaba las regiones conquistadas y sometidas a potencias extrañas”.



Nestor Makhno  Unas palabras sobre la cuestión nacional en Ucrania

En los albores de la abolición del despotismo zarista, con la revolución de 1917 se abrieron perspectivas de relaciones sociales nuevas y libres para el mundo del trabajo, hasta entonces bajo el violento yugo del Estado ruso. La noción de una autodeterminación integral, incluyendo una ruptura completa con el Estado ruso, se abrió paso de modo natural entre la población. Aparecieron multitud de grupos que propagaron todo tipo de ideas entre la población ucraniana: cada uno de ellos tenía su propio punto de vista e interpretaba la idea de la autodeterminación de acuerdo a sus intereses fraccionales. Pero las masas trabajadoras de Ucrania no se identificaron con ninguno de estos grupos ni se unieron a ellos.

Han pasado más de siete años desde entonces y la noción de autodeterminación se ha desarrollado entre los trabajadores ucranianos y ha aumentado la comprensión que tienen de ella. Ahora se identifican con ella y lo demuestran a menudo en su vida cotidiana. Por ejemplo, reclaman su derecho a usar su propio idioma y su derecho a su propia cultura, algo considerado tabú con anterioridad a la revolución. También reclaman su derecho a vivir su vida de acuerdo a sus propios usos y costumbres. A ciertos señores estatistas, que abrigan el propósito de construir un Estado ucraniano independiente, les gustaría apropiarse de estas manifestaciones de la realidad ucraniana, contra las cuales los bolcheviques, por cierto, con toda su omnipotencia, son incapaces de luchar. Sin embargo, estos señores estatistas no parece que consigan atraerse a las amplias masas de trabajadores con ellos y mucho menos movilizarlas para luchar contra el opresivo partido bolchevique. Los sanos instintos de los trabajadores ucranianos y su vida opresiva bajo el yugo bolchevique hacen que sean conscientes del peligro de cualquier Estado. Por esta razón, rechazan las tendencias chovinistas y no las mezclan con sus aspiraciones sociales, al tiempo que buscan su propia vía hacia la emancipación.

Hay materia aquí para una seria reflexión sobre el rol de los revolucionarios ucranianos, y de los comunistas libertarios en particular, si realmente desean desarrollar un trabajo consistente entre los trabajadores ucranianos.

Ese trabajo no puede desarrollarse sobre los mismos ejes que en 1918-1920, porque la realidad del país ha cambiado mucho. En aquel entonces, el pueblo trabajador ucraniano, que había tenido un papel tan destacado en el aplastamiento de todos los mercenarios de la burguesía (Denikin, Petliura y Wrangel) no podía ni siquiera imaginarse que, al final de la revolución, se encontraría tan ignominiosamente engañado y explotado por los bolcheviques.

Aquellos eran los días en los que todos luchábamos contra la restauración del régimen zarista. No había demasiado tiempo para analizar e investigar a todos los intrusos que se unían a la lucha. La fe en la revolución orillaba todo pensamiento secundario sobre estos intrusos o las cuestiones que podrían haber surgido respecto a ellos, como si debían ser considerados amigos o embaucadores. Al mismo tiempo, los trabajadores estaban en lucha frente a la contrarrevolución, centrándose sólo en combatir a quienes aparecían como parte de las filas enemigas, enfrentándose con arrojo a la muerte en defensa de la revolución.

Más tarde, la mentalidad de los trabajadores ucranianos cambió mucho: habían tenido tiempo de familiarizarse a más no poder con estos intrusos y en lo sucesivo se mostrarían más críticos a la hora de evaluar lo que habían ganado con la revolución o, al menos, lo que quedaba de ello. Reconocieron en estos intrusos a sus enemigos mortales: aunque se hubieran "ucranianizado" y levantaran la bandera del socialismo, vieron que en realidad obraban de tal modo que se unían a la explotación del mundo del trabajo. Tienen claro que fue esta casta de socialistas, voraces explotadores, la que les arrebató sus conquistas revolucionarias. Resumiendo, están convencidos de que bajo la máscara de los bolcheviques se encuentra algo parecido a la ocupación austro-húngara.

Esta ocupación encubierta predispone a las masas a cierta reacción chovinista dirigida contra los intrusos. No en vano los señores bolcheviques gobiernan Ucrania desde Moscú, escondiéndose tras sus testaferros ucranianos: es el creciente odio de las masas ucranianas el que marca este hecho. Es la verdadera naturaleza del despotismo bolchevique lo que está llevando a los trabajadores ucranianos a buscar el modo de sacárselos de encima y avanzar hacia una nueva sociedad realmente libre. Los bolcheviques tampoco se duermen en los laureles y están tratando de adaptarse a toda costa a la realidad ucraniana. En 1923 marchaban a la deriva: desde entonces han modificado sus tácticas y no han tardado en asir la realidad ucraniana.

Además, no han dudado en asociar el destino del bolchevismo con el del nacionalismo y, en consonancia con ello, han añadido artículos al respecto en la "Constitución de la URSS", reconociendo a todo pueblo el derecho de autodeterminación, hasta llegar a la secesión. Todo ello es, por supuesto, una completa farsa. ¿Cómo va a desarrollarse la actitud de los bolcheviques? Los años siguientes lo dirán. El análisis anarquista de la realidad actual de Ucrania debe tomar buena nota de estos nuevos factores: el odio de los trabajadores ucranianos hacia los intrusos del bolchevismo nacionalista. En cuanto a nosotros, nuestra principal tarea hoy consiste en explicar a las masas que la raíz de todo mal no está en un puñado de autoridades intrusas, sino en toda autoridad. La historia de los años recientes aporta un argumento de un peso considerable, ya que Ucrania ha contemplado un desfile de todo tipo de autoridades y, a la hora de la verdad, se han parecido todas como un guisante a otro. Debemos demostrar que un poder estatal "intruso" y un poder estatal "independiente" vienen a ser lo mismo y que los trabajadores no ganan nada con ninguno de ellos: deben orientar sus esfuerzos se encuentren donde se encuentren a destruir el aparato estatal y reemplazarlo por organismos obreros y campesinos de autogestión social y económica.

A pesar de todo, al abordar la cuestión nacional no debemos olvidar los últimos acontecimientos de Ucrania. Ahora se habla el ucraniano y en virtud de las nuevas tendencias nacionalistas, los forasteros que no hablen la lengua local apenas serán escuchados. Ésta es una cuestión que nos tiene que quedar bien clara. Si los anarquistas han gozado de una débil audiencia entre el campesinado ucraniano ha sido porque se han concentrado principalmente en torno a las ciudades y, sobre todo, porque no se han expresado en el lenguaje del campo ucraniano.

La vida ucraniana está plena de todo tipo de posibilidades, especialmente de potencial para un movimiento revolucionario. Los anarquistas tienen una gran oportunidad de influenciar este movimiento, hasta de convertirse en sus mentores, a condición de que aprecien la diversidad de la vida social y adopten una posición clara de lucha abierta y frontal contra todas las fuerzas hostiles a los trabajadores (…) Este es un cometido que no puede ser llevado a la práctica sin una organización anarquista ucraniana grande y potente. Es tarea de los anarquistas ucranianos empezar a ponerla en pie desde ya mismo.

Dielo Truda N°19, Diciembre 1928

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