Vos dejo dellos testucos atentos a la cuestión nacional de anarquistas hestóricos.
M. Bakunin "Patria y nacionalidad"
"El
Estado no es la patria; es la abstracción, la ficción metafísica,
mística, política y jurídica de la patria. La gente sencilla de todos
los países ama profundamente a su patria; pero éste es un amor natural y
real. El patriotismo del pueblo no es sólo una idea, es un hecho; pero
el patriotismo político, el amor al Estado, no es la expresión fiel de
este hecho: es una expresión distorsionada por medio de una falsa
abstracción, siempre en beneficio de una minoría explotadora.
La
patria y la nacionalidad son, como la individualidad, hechos naturales
y sociales, fisiológicos e históricos al mismo tiempo; ninguno de
ellos es un principio. Sólo puede considerarse como un principio humano
aquello que es universal y común a todos los hombres; la nacionalidad
separa a los hombres y, por tanto, no es un principio. Un principio es
el respeto que cada uno debe tener por los hechos naturales, reales
o
sociales. La nacionalidad, como la individualidad, es uno de esos
hechos ; y por ello debemos respetarla. Violarla seria cometer un
crimen; y, hablando el lenguaje de Mazzini, se convierte en un principio
sagrado cada vez que es amenazada y violada. Por eso me siento siempre
y sinceramente el patriota de todas las patrias oprimidas.
La
esencia de la nacionalidad. Una patria representa el derecho
incuestionable y sagrado de cada hombre, de cada grupo humano,
asociación, comuna, región y nación a vivir, sentir, pensar, desear y
actuar a su propio modo; y esta manera de vivir y de sentir es siempre
el resultado indiscutible de un largo desarrollo histórico.
Por
tanto, nos inclinamos ante la tradición y la historia; o, más bien,
las reconocemos, y no porque se nos presenten como barreras abstractas
levantadas metafísica, jurídica y políticamente por intérpretes
instruidos y profesores del pasado, sino sólo porque se han incorporado
de hecho a la carne y a la sangre, a los pensamientos reales y a la
voluntad de las poblaciones. Se nos dice que tal o cual región - el
cantón de Tesino [en Suiza], por ejemplo -pertenece evidentemente a la
familia italiana: su lenguaje, sus costumbres y sus restantes
características son idénticos a los de la población de Lombardía y, en
consecuencia, debería pasar a formar parte del Estado italiano
unificado.
Creemos que se trata de una conclusión
radicalmente falsa. Si existiera realmente una identidad sustancial
entre el cantón de Tesino y Lombardía, no hay duda alguna de que Tesino
se uniría espontáneamente a Lombardía. Si no es así, si no siente el
más leve deseo de hacerlo, ello demuestra simplemente que la Historia
real - la vigente de generación en generación en la vida real del
pueblo del cantón de Tesino, y responsable de su disposición contraria a
la unión con Lombardía - es algo completamente distinto de la historia
escrita en los libros.
Por otra parte, debe señalarse que
la historia real de los individuos y los pueblos no sólo procede por
el desarrollo positivo, sino muy a menudo por la negación del pasado y
por la rebelión contra él; y que este es el derecho de la vida, el
inalienable derecho de la presente generación, la garantía de su
libertad.
La nacionalidad y la solidaridad universal. No hay nada
mas absurdo y al mismo tiempo más dañino y mortífero para el pueblo que
erigir el principio ficticio de la nacionalidad como ideal de todas
las aspiraciones populares. El nacionalismo no es un principio humano
universal. Es un hecho histórico y local que, como todos los hechos
reales e inofensivos, tiene derecho a exigir general aceptación. Cada
pueblo y hasta la más pequeña unidad étnica o tradicional tiene su
propio carácter, su específico modo de existencia, su propia manera de
hablar, de sentir, de pensar y de actuar; y esta idiosincrasia
constituye la esencia de la nacionalidad, resultado de toda la vida
histórica y suma total de las condiciones vitales de ese pueblo.
Cada
pueblo, como cada persona, es involuntariamente lo que es, y por eso
tiene un derecho a ser él mismo. En eso consisten los llamados derechos
nacionales. Pero si un pueblo o una persona existe de hecho de una
forma determinada, no se sigue de ello que uno u otra tengan derecho a
elevar la nacionalidad, en un caso, y la individuali-dad en otro como
principios específicos, ni que deban pasarse la vida discutiendo sobre
la cuestión. Por el contrario, cuanto menos piensen en si mismos y más
imbuidos estén de valores humanos universales, más se vitalizan y cargan
de sentido tanto la nacionalidad como la individualidad.
La
responsabilidad histórica de toda nación. La dignidad de toda nación,
como la de todo individuo, debe consistir fundamentalmente en que cada
uno acepte la plena res-ponsabilidad de sus actos, sin tratar de
desplazarla a otros. ¿No son muy estúpidas todas esas lamentaciones de
un muchachote quejándose con lágrimas en los ojos de que alguien lo ha
corrompido y le ha puesto en el mal camino? Y lo que es impropio en el
caso de un muchacho está ciertamente fuera de lugar en el caso de una
nación, cuyo mismo sentimiento de autoestima debería excluir cualquier
intento de cargar a otros con la culpa de sus propios errores.
Patriotismo
y justicia universal. Cada uno de nosotros debería elevarse sobre ese
patriotismo estrecho y mezquino para el cual el propio país es el
centro del mundo, y que considera grande a una nación cuando se hace
temer por sus vecinos. Deberíamos situar la justicia humana universal
sobre todos los intereses nacionales. Y abandonar de una vez por todas
el falso principio de la nacionalidad, inventado recientemente por los
déspotas de Francia, Prusia y Rusia para aplastar el soberano principio
de la libertad. La nacionalidad no es un principio; es un hecho
legitimado, como la individualidad. Cada nación, grande o pequeña, tiene
el indiscutible derecho a ser ella misma, a vivir de acuerdo con su
propia naturaleza. Este derecho es simplemente el .corolario del
principio general de libertad.
Todo aquél que desee
sinceramente la paz y la justicia internacional debería renunciar de
una vez y para siempre a lo que se llama la gloria, el poder y la
grandeza de la patria, a todos los intereses egoístas y vanos del
patriotismo."
P.Kropotkin
"Me
parece que el carácter puramente nacionalista de los movimientos de
emancipación nacional es inexistente. Siempre hay motivos económicos, o
bien es la libertad y el respeto del individuo que hay que
salvaguardar. Nuestra tarea habría de ser la de hacer aparecer los
problemas económicos. Creo, además, creo, después de haberlo
reflexionado largamente, que el fracaso de los movimientos nacionales en
Polonia, Finlandia, Irlanda, etc., residen en el problema económico.
En Irlanda, la dificultad principal proviene del hecho de que los jefes
del movimiento, grandes propietarios, igual que los ingleses, vaciaron
el movimiento de emancipación nacional de su contenido social." -"“(…)
En todos los sitios donde el hombre se rebela contra la opresión
individual, económica, estática, religiosa y sobre todo nacional,
nuestro deber es estar a su lado. (…) Me parece que en cada uno de estos
movimientos de emancipación nacional nos aguarda una tarea
importante: plantear el problema en sus aspectos económico y social, y
esto al mismo tiempo que la lucha contra la opresión extranjera”
Secundino Delgado (Anarquista canario)
"Mientras
respire, voy a luchar por la autonomía de los pueblos y de los
individuos cueste lo que cueste. (…) Todo por la libertad de los pueblos
y de los hombres. (…) Como decía Bakunin, que al mismo tiempo que
predicaba la gran revolución política, económica y social, no abandonaba
las regiones conquistadas y sometidas a potencias extrañas”.
“Antes que nacionalista, soy libertario. Mientras aliente, bregaré
por la autonomía de los pueblos y de los individuos cueste lo que
cueste. (…) Todo por y para la libertad de los pueblos y de los hombres.
Como Bakunin, que al mismo tiempo que predicaba la gran revolución
política-económica-social, no abandonaba las regiones conquistadas y
sometidas a potencias extrañas”.
Nestor Makhno Unas palabras sobre la cuestión nacional en Ucrania
En
los albores de la abolición del despotismo zarista, con la revolución
de 1917 se abrieron perspectivas de relaciones sociales nuevas y libres
para el mundo del trabajo, hasta entonces bajo el violento yugo del
Estado ruso. La noción de una autodeterminación integral, incluyendo una
ruptura completa con el Estado ruso, se abrió paso de modo natural
entre la población. Aparecieron multitud de grupos que propagaron todo
tipo de ideas entre la población ucraniana: cada uno de ellos tenía su
propio punto de vista e interpretaba la idea de la autodeterminación de
acuerdo a sus intereses fraccionales. Pero las masas trabajadoras de
Ucrania no se identificaron con ninguno de estos grupos ni se unieron a
ellos.
Han pasado más de siete años desde entonces y la
noción de autodeterminación se ha desarrollado entre los trabajadores
ucranianos y ha aumentado la comprensión que tienen de ella. Ahora se
identifican con ella y lo demuestran a menudo en su vida cotidiana. Por
ejemplo, reclaman su derecho a usar su propio idioma y su derecho a su
propia cultura, algo considerado tabú con anterioridad a la
revolución. También reclaman su derecho a vivir su vida de acuerdo a
sus propios usos y costumbres. A ciertos señores estatistas, que
abrigan el propósito de construir un Estado ucraniano independiente,
les gustaría apropiarse de estas manifestaciones de la realidad
ucraniana, contra las cuales los bolcheviques, por cierto, con toda su
omnipotencia, son incapaces de luchar. Sin embargo, estos señores
estatistas no parece que consigan atraerse a las amplias masas de
trabajadores con ellos y mucho menos movilizarlas para luchar contra el
opresivo partido bolchevique. Los sanos instintos de los trabajadores
ucranianos y su vida opresiva bajo el yugo bolchevique hacen que sean
conscientes del peligro de cualquier Estado. Por esta razón, rechazan
las tendencias chovinistas y no las mezclan con sus aspiraciones
sociales, al tiempo que buscan su propia vía hacia la emancipación.
Hay
materia aquí para una seria reflexión sobre el rol de los
revolucionarios ucranianos, y de los comunistas libertarios en
particular, si realmente desean desarrollar un trabajo consistente
entre los trabajadores ucranianos.
Ese trabajo no puede
desarrollarse sobre los mismos ejes que en 1918-1920, porque la
realidad del país ha cambiado mucho. En aquel entonces, el pueblo
trabajador ucraniano, que había tenido un papel tan destacado en el
aplastamiento de todos los mercenarios de la burguesía (Denikin,
Petliura y Wrangel) no podía ni siquiera imaginarse que, al final de la
revolución, se encontraría tan ignominiosamente engañado y explotado
por los bolcheviques.
Aquellos eran los días en los que
todos luchábamos contra la restauración del régimen zarista. No había
demasiado tiempo para analizar e investigar a todos los intrusos que se
unían a la lucha. La fe en la revolución orillaba todo pensamiento
secundario sobre estos intrusos o las cuestiones que podrían haber
surgido respecto a ellos, como si debían ser considerados amigos o
embaucadores. Al mismo tiempo, los trabajadores estaban en lucha frente a
la contrarrevolución, centrándose sólo en combatir a quienes aparecían
como parte de las filas enemigas, enfrentándose con arrojo a la muerte
en defensa de la revolución.
Más tarde, la mentalidad de
los trabajadores ucranianos cambió mucho: habían tenido tiempo de
familiarizarse a más no poder con estos intrusos y en lo sucesivo se
mostrarían más críticos a la hora de evaluar lo que habían ganado con la
revolución o, al menos, lo que quedaba de ello. Reconocieron en estos
intrusos a sus enemigos mortales: aunque se hubieran "ucranianizado" y
levantaran la bandera del socialismo, vieron que en realidad obraban de
tal modo que se unían a la explotación del mundo del trabajo. Tienen
claro que fue esta casta de socialistas, voraces explotadores, la que
les arrebató sus conquistas revolucionarias. Resumiendo, están
convencidos de que bajo la máscara de los bolcheviques se encuentra algo
parecido a la ocupación austro-húngara.
Esta ocupación
encubierta predispone a las masas a cierta reacción chovinista dirigida
contra los intrusos. No en vano los señores bolcheviques gobiernan
Ucrania desde Moscú, escondiéndose tras sus testaferros ucranianos: es
el creciente odio de las masas ucranianas el que marca este hecho. Es la
verdadera naturaleza del despotismo bolchevique lo que está llevando a
los trabajadores ucranianos a buscar el modo de sacárselos de encima y
avanzar hacia una nueva sociedad realmente libre. Los bolcheviques
tampoco se duermen en los laureles y están tratando de adaptarse a toda
costa a la realidad ucraniana. En 1923 marchaban a la deriva: desde
entonces han modificado sus tácticas y no han tardado en asir la
realidad ucraniana.
Además, no han dudado en asociar el
destino del bolchevismo con el del nacionalismo y, en consonancia con
ello, han añadido artículos al respecto en la "Constitución de la
URSS", reconociendo a todo pueblo el derecho de autodeterminación,
hasta llegar a la secesión. Todo ello es, por supuesto, una completa
farsa. ¿Cómo va a desarrollarse la actitud de los bolcheviques? Los
años siguientes lo dirán. El análisis anarquista de la realidad actual
de Ucrania debe tomar buena nota de estos nuevos factores: el odio de
los trabajadores ucranianos hacia los intrusos del bolchevismo
nacionalista. En cuanto a nosotros, nuestra principal tarea hoy
consiste en explicar a las masas que la raíz de todo mal no está en un
puñado de autoridades intrusas, sino en toda autoridad. La historia de
los años recientes aporta un argumento de un peso considerable, ya que
Ucrania ha contemplado un desfile de todo tipo de autoridades y, a la
hora de la verdad, se han parecido todas como un guisante a otro.
Debemos demostrar que un poder estatal "intruso" y un poder estatal
"independiente" vienen a ser lo mismo y que los trabajadores no ganan
nada con ninguno de ellos: deben orientar sus esfuerzos se encuentren
donde se encuentren a destruir el aparato estatal y reemplazarlo por
organismos obreros y campesinos de autogestión social y económica.
A
pesar de todo, al abordar la cuestión nacional no debemos olvidar los
últimos acontecimientos de Ucrania. Ahora se habla el ucraniano y en
virtud de las nuevas tendencias nacionalistas, los forasteros que no
hablen la lengua local apenas serán escuchados. Ésta es una cuestión
que nos tiene que quedar bien clara. Si los anarquistas han gozado de
una débil audiencia entre el campesinado ucraniano ha sido porque se
han concentrado principalmente en torno a las ciudades y, sobre todo,
porque no se han expresado en el lenguaje del campo ucraniano.
La
vida ucraniana está plena de todo tipo de posibilidades, especialmente
de potencial para un movimiento revolucionario. Los anarquistas tienen
una gran oportunidad de influenciar este movimiento, hasta de
convertirse en sus mentores, a condición de que aprecien la diversidad
de la vida social y adopten una posición clara de lucha abierta y
frontal contra todas las fuerzas hostiles a los trabajadores (…) Este
es un cometido que no puede ser llevado a la práctica sin una
organización anarquista ucraniana grande y potente. Es tarea de los
anarquistas ucranianos empezar a ponerla en pie desde ya mismo.
Dielo Truda N°19, Diciembre 1928
No hay comentarios:
Publicar un comentario